Estrenada en Japón un 16 de julio del año de 1988. Es una película de animé del género ciberpunk (o sea, una distopía), dirigida por Katsuhiro Otomo. Basada en el manga del mismo nombre y escrita por el mismo Otomo.
La trama. El 16 de julio de 1988, una explosión nuclear en Tokio devasta por completo la ciudad. Treinta y un años después, en el año 2019, después de la III Guerra Mundial, Neo-Tokio se levanta como una ciudad futurista, llena de violencia, disturbios, pandillas, drogas y, por qué no, corrupción. Al fin y al cabo, un Japón que se encuentra aún en conflicto y levantándose de la guerra con muchos esfuerzos.
Ahí, en el mismo espacio-tiempo, ocurren varias cosas. Por una parte, un grupo disidente libera a un individuo con la apariencia de un niño, que ha sido objeto de experimentos y ha desarrollado poderes y habilidades sobre naturales. Al mismo tiempo, pero en otra zona de la ciudad, un grupo de adolescentes, parte de una banda de motociclistas justicieros lidereada por Shotaro Kaneda y conocidos como Las Cápsulas, se enfrentan a otra banda, dedicada a iniciar disturbios, conocida como Los Payasos. Durante el enfrentamiento de las bandas de motociclistas, Tetsuo, integrante de Las Cápsulas, se estrella contra el niño que los disidentes liberaron, conocido más adelante como #26, y a partir de ahí Tetsuo comenzará a desarrollar poderes telequinéticos, lo que provoca que el Gobierno lo tome bajo su custodia, con dos fines: el de contenerlo en caso de que pierda el control sobre sus nuevos poderes y en caso contrario, el de utilizarlo en su beneficio.
El filme muestra como el psique de cada personaje determinará su destino y como el poder existente dentro de cada uno toma forma en diferentes grados. Tetsuo, por ejemplo, cuyos complejos de inferioridad y constante rivalidad con el lider, Kaneda, le hacen sentir subestimado por todos, tras adquirir poder, llega al extremo de sentirse un Dios y tomar venganza por el menosprecio que sufre, aunque esto solo sea una perspectiva un tanto egocéntrica de su parte. En tanto Kei, una integrante del grupo disidente, comienza a desarrollar poderes telequineticos de forma natural, sin que esto suponga para ella un sentimiento de superioridad.
A pesar de que la adaptación como tal, se ve truncada en la segunda mitad de la película y la trama se modifica en comparación con el manga, la película no decepciona ni se siente cortada o inconclusa. La animación y las secuencias de acción están tan bien hechas que podrían pasar por una película actual sin problema y definitivamente, no le pide nada a ninguna película del género. El famoso “Akira” del señor Otomo es, sin duda, una joya a la cual, fans y no fans del género y de la animación, deberían darle una oportunidad.
La película, que hasta hace unos días formaba parte del catálogo de Netflix, ahora la puedes encontrar en Crunchyroll, Youtube o AppleTV.
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